Cuando se rompió el primer caracol que parió Venus, todas las vulvas vomitaron volutas (violetas) de humo y los quinientos murciélagos, estimulados y extáticos, les mordieron, a cada una, la concha. Entonces vinieron las flores y los días nefastos (nemontemi), conocimos el desdén de los tobillos prístinos y blancos, aceptamos que las flores, las vulvas y las conchas son un guiño azulado (casi quetzal) de ese dios vapuleado, que se fue con las alas dobladas por las playas del este. Tú las traes Lucifer.
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Sunday, November 05, 2006
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